Esto abarca no solo los tres trastornos anteriormente mencionados, sino también el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y los trastornos de desarrollo en general, incluso autismo y síndrome de Asperger. Aunque la ley no incluye expresamente las discapacidades intelectuales, los distritos escolares estatales e individuales cuentan con libertad para modificar los lineamientos. Algunos clasifican la discapacidad intelectual como un problema de aprendizaje, mientras que otros pueden brindar servicios de educación especial para los estudiantes cuyo rendimiento académico está muy por debajo de su potencial, según los resultados de las pruebas realizadas.
Es raro que los efectos de un problema de aprendizaje radiquen únicamente en el salón de clases. A menudo invaden otras áreas de la vida cotidiana. Hacer amigos puede ser una tarea especialmente difícil para muchos de estos jóvenes, ya que algunos no tienen suficientes destrezas sociales, como la habilidad para entender los matices del lenguaje y leer expresiones faciales. Es probable que escuchen una broma y no la entiendan como los demás. Por supuesto, muchos niños y niñas con dificultades de aprendizaje se llevan muy bien con sus compañeros, pero para aquellos que se sienten incómodos y no pueden desenvolverse bien en el ámbito social, la adolescencia puede convertirse en una etapa muy difícil. Los pediatras u otros profesionales de la salud de los adolescentes con problemas de aprendizaje les realizarán pruebas para diagnosticarles ansiedad o depresión.